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03 de agosto 2017

Dagoberto Huerta, el primer bailarín sordo profesional en Chile

Un bailarín sordo. Una silenciosa enfermedad de a poco le quitó la audición a Dagoberto Huerta, discapacidad que no fue impedimento para cumplir su sueño: ser bailarín, un bailarín visual según se autodefine.

Por Valentina Silva

Dagoberto Huerta, primer bailarín sordo en Chile.

Dagoberto Huerta, primer bailarín sordo en Chile.

El baile se relaciona directamente con la música y el ritmo, sobre cómo las personas por medio de movimientos corporales siguen la melodía y el compás de una canción. La historia de Dagoberto Huerta es algo distinta. No puede escuchar la música que lo inspira pero no se rinde y su pasión por el baile lo llevó a utilizar su ingenio para poder desarrollarse como bailarín profesional.

En la comuna de Marchigüe en Región de O’Higgins, nació Dagoberto. De pequeño se sintió motivado por la música y la danza: pasaba muchas horas buscando y escuchando canciones. Al bailarlas sentía una conexión donde podía liberarse y entretenerse.

Sin embargo, pese a la felicidad que le producía la danza, una sigilosa otitis (inflamación del oído) comenzó a avanzar. No había dolor por lo que de a poco fue invadiendo su audición. A los cuatro años, lo operaron de adenoides y amígdalas y por un tiempo continuó un tratamiento para frenar la enfermedad.

A los 15 años comenzó a perder definitivamente la capacidad de oír. Ante esta situación, Dagoberto se operó de su oído derecho por primera vez a los 17 años, el resultado fue utilizar un audífono con el que le permitiría escuchar mejor. Luego a los 18 le tocó a su oído izquierdo del cual quedó sin poder escuchar. Fue en medio de esto cuando decidió estudiar danza.

Viajó solo hasta Santiago, donde tuvo que lidiar con un mundo distinto, estar lejos de su familia y, además, con la baja audición que ya estaba presentando. A pesar de catalogar esta etapa como un “tiempo difícil”, cree que “el amor por la danza fue más fuerte”.

Luego, a sus 25 años, el audífono que ocupaba en su oído derecho no le servía y sus niveles de audición habían bajado considerablemente. Tiempo en el que comenzó a desarrollar la lectura labial, técnica que le permite leer los labios de las personas mientras hablan.

Ya terminada su carrera como bailarín comenzó a dar clases, pues siempre sintió motivación por enseñar. Su hermano estudiaba en un colegio que quedaba cerca de su casa y una de las profesoras lo invitó a realizar un taller de danza en el colegio. Lleva 10 años dando clases, no solo en su pueblo natal sino también en Santiago y Valparaíso.

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En la foto se aprecian bailarinas ejercitándose, guiadas por Huerta.

Las clases las desarrolla siguiendo la vibración y la percepción que fue desarrollando mientras iba quedando sordo. Su sordera no fue impedimento para seguir ligado a la danza y se define como un bailarín visual, ya que su trabajo es un largo y dedicado proceso: primero investiga la canción que bailará, cuál es su estilo, su compositor, la letra, qué es lo que significa, la velocidad y la frecuencia. Luego lleva el tema escogido hasta un parlante donde puede sentir la vibración con el golpe del bajo, al ir uniendo la letra y el ritmo puede saber cómo es la canción que coreografiará.  

Dagoberto Huerta trabaja diariamente por la inclusión en Chile. En sus coreografías incorpora Lengua de Señas porque para él es importante “traspasar conocimiento inclusivos generando instancias de respeto por el otro”, además dice que “falta que la Lengua de Señas, el intérprete, el baile y la rampa estén en cada lugar que visitemos, en cada servicio público, colegio, universidad y trabajo, falta que incluyamos desde adentro y no por moda”.

Dagoberto bailando.

Huerta dando un paso de danza, en medio de un pasillo rodeado por pilares de cemento.

Actualmente es director de la Academia y Compañía de danza Dagoberto Huerta donde espera crear un gran centro formativo de arte. Dentro de sus metas está la descentralización de la danza pudiendo llegar a más regiones y países, además de seguir profesionalizándose y aprendiendo.

Dagoberto Huerta, bailando junto con Marina Fredes.

Dagoberto Huerta bailando junto a Marina Fredes, la imagen está cerca de lago.

A los 27 años le ofrecieron realizarse un implante coclear que le permitiría de nuevo oír. Comenzó el tratamiento y  duró un año. No obstante, luego de ese período decidió decir que no, pues se sentía bien sin oír: “me gusta este mundo en silencio, hoy a los 30 años soy feliz”.