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ACTUALIDAD

04 de septiembre 2016

Cultivar la sexualidad es cultivar el placer

Dibujo que representa las limitaciones que se les imponen a las personas con discapacidad en materia de sexualidad y derechos. Agradecemos a www.pikaramagazine.com

Imagen que representa las limitaciones que se imponen a las personas con discapacidad en materia de sexualidad y derechos. Agradecemos a www.pikaramagazine.com

Cada 4 de septiembre, la Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS por su sigla en inglés) hace un llamado al Día Mundial de la Salud Sexual para promover mayor conciencia sobre el tema. El 2012 ese día se centró en visibilizar las realidades de las personas en situación de discapacidad, migrantes, ancianos y personas transgénero. ODISEX  (Observatorio de Derechos Sexuales y Reproductivos de las Personas con Discapacidad) junto a SIGA recuerdan esta fecha con una serie de tres columnas sobre los derechos sexuales y reproductivos de las personas con discapacidad.

Por Raffaella Di Girolamo
Psicóloga Clínica
ODISEX 

Una de nuestras responsabilidades es cambiar paradigmas de la sexualidad para transitar desde una visión centrada en lo heteronormativo, coital, reproductivo y preventivo hacia una perspectiva realmente multidimensional e integral basada en el autocuidado, el bien estar (físico emocional y psíquico), el placer desde un enfoque inclusivo y de derecho.

Antes que nada debemos tener en cuenta una realidad que no podemos enjuiciar, y es que si las personas sin discapacidad muchas veces no saben ni encuentran cómo desarrollar, disfrutar o canalizar su ser sexuado, por ende su placer sexual (ni siquiera sexual) generalizados, no saben disfrutar de la cotidianidad, de las pequeños placeres de la vida, cómo no lo van a necesitar personas que han vivido bajo la sobreprotección, bajo las creencias de que una discapacidad es una limitante para la vida, que no me da espacio para el desarrollo personal, para hablar del desarrollo psico – sexual – afectivo.

La castración cultural que ha vivido la sexualidad – fuertemente en nuestro país – nos lleva a cuestionarnos aún más qué sucede con aquellas personas con discapacidad donde la crianza pasa a ser limitante, donde la creación de estándares de normalidad corporal y sexual limitan la belleza propia; limitan, así donde yo focalizo mis deseos, cómo vivo mi cuerpo, cómo doy y recibo placer, que prácticas quiero tener.

La lucha de la corporeidad posmoderna, como dice Asun Pie, nos invita a visibilizar e integrarnos en otra manera de pensar los cuerpos más allá de cánones cerrados, más allá de cánones determinados de normalidad estética y placer.

La existencia de la posibilidad real de desgenitalizar la sexualidad para llegar a una sexualidad abierta, sin estigmas ni imposiciones, donde la heteronormalización y cualquier organización social que limite mi placer, sea eliminado de nuestras vidas. Donde la felicidad, el respeto, la libertad, el desarrollo personal, la sensualidad, el juego el apego y el erotismo, entre muchas otras, puedan ser vividas desde la sensorialidad que cada cuerpo entrega.

Hablar de sexualidad no pretende provocar ni demostrar algo, hablar de sexualidad implica asumir los tabúes que existen en torno a esta temática donde las personas con discapacidad se enfrentan a una doble lucha, sabemos que el cuerpo tiene una plasticidad maravillosa donde la adaptación y la construcción de terminaciones nerviosas que juegan y nos enseñan dónde está nuestro placer nos dice constantemente. ESTO ES APRENDIZAJE.

Evolucionar en entender que lo rico de nuestra sociedad es la diversidad, que en ella existe es una lucha que aún se vive. Es por esto que debemos ser facilitadores de nuevos descubrimientos para poder crecer, para poder cultivar la sexualidad como una dimensión constitutiva de la personalidad de la identidad que es parte de la conformación de todas las dimensiones del ser humano, es transversal a las dimensiones biológicas, corporales, culturales, afectivas y psicológicas. No se puede invisibilizar a las personas, no se puede invalidar a nadie por no pertenecer a los estándares normativos de la sociedad occidental.